“Cada fracaso le enseña al hombre algo que
debe de aprender.”
Charles Dickens
Todo va a cambiar
Nuestro personaje se sorprende a si mismo mirando por la ventana.
Por un momento, por un solo momento, había conseguido dejar su mente en blanco.
Había logrado dejar atrás todos sus problemas: los más corrientes, los más
mundanos e incluso aquellos que no le dejaban vivir.
Es más de medianoche y él mira aún por la ventana: Ya nadie anda por la calle.
Piensa que en los meses de verano esta ciudad muere mucho más antes si cabe de lo
que suele hacerlo durante resto del año...
Nuestro personaje, que podía ser cualquiera de nosotros, escucha blues mientras
mira por su ventana: Tan solo le inquieta la luz de esa vieja farola que siempre estuvo
allí, en silencio…
-Hace demasiado calor- Piensa mientras acaricia la última copa de vino que beberá
antes de acostarse y tomarse la medía pastilla para dormir. Como todas las noches, si
pero… -Hoy media- Se dice si mismo. Ha bebido y fumado demasiado y mañana no
quiere llegar tarde a su trabajo como ocurrió la semana pasada o la anterior...
Nuestro protagonista apura esa última copa de vino. Le costo tomar el primer trago
como siempre le pasó, pero los siguientes vasos fueron entrando fácilmente...
Aún y todo le cuesta acabar esta última copa. Sabe lo que le aguarda después: El
Silencio. El techo en blanco de su habitación…Y el frío de su estrecha cama al lado
del cuerpo de la mujer que duerme con él desde hace ya tiempo. Aunque no se acuerda
exactamente de cuanto... Como no recuerda el día en que se convirtió en un
desconocido para ella. Tampoco recuerda si fue en el último viaje, en el último avión,
en la última discusión; o después del último polvo en el que no cruzaron palabra
alguna…
Por eso nuestro hombre sigue apoyado en la ventana mirando las sombras que dibujan
unos murciélagos. Autenticas criaturas de la noche. Pequeños licántropos que con un
preciso vuelo van detrás de sus presas aturdidas por la luz de la única vieja farola que
funciona en toda la calle. Lo hacen en auténticos vuelos medidos que se desmarcan de la
más absoluta tranquilidad que reina en la calle, tan solo protegida por esa vetusta farola
que tanto inquieta a nuestro amigo y que tan bien empieza a conocer...
Un último “blues” que habla de la "Tierra Prometida" y de pecados redimidos al
llegar a ella. Un último sorbo, una última calada... Solo los murciélagos
se atreven a romper el ritmo de una noche tan tranquila. Una noche sin fin. Otra noche
más...Y nuestro hombre -que repito- podía ser cualquiera de nosotros, se gira hacía la
habitación apretando los dientes, cerrando los puños...
De mi libro inédito de relatos: "Hotel Desafío"
Ilustraciones de Benit Ash
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